domingo, 19 de septiembre de 2010

Samurais

"Cuando estoy frente al enemigo, siempre tengo la impresión de que penetro en las tinieblas y a causa de esto he sido herido gravemente... sin embargo, vos que habéis combatido con tantos hombres  valientes jamás habéis sido herido. ¿Cómo es posible esto?" El otro contestó: "Cuando me enfrento con el enemigo, es desde luego como si penetrara en las tinieblas. Pero enseguida tranquilizo mi mente, todo se vuelve como una noche iluminada por la pálida Luna. Si ataco en este momento, sé que no seré alcanzado." Esta es la situación en el momento de la verdad.






 



Parece que cualesquiera que sean los dones personales, cualquiera que sea la dificultad del problema, a una reflexión suficientemente larga y profunda. En tanto uno funda su razonamiento sobre el "Yo", puede ser muy prudente y astuto pero no sabio.











Si observamos a un hombre que toma sus resoluciones de esta manera digna de  notarse, sabemos que está resuelto, autónomo, digno de fe y enraizado en la realidad. Su sabiduría, alimentada por los consejos de los demás, puede compararse a las raíces de gran árbol de follaje espeso y denso.
Existen límites a la sabiduría del ser humano, arbusto débil, sacudido por el viento.















El Señor Sanenori decía: "En el seno de un espíritu en donde la perversidad no encuentra su lugar, está la vía". Si esto es verdad, la Vía es una. Pero nadie puede comprender esta evidencia en el primer intento.












 "Yo no sé cómo superar a los otros. Todo lo que sé es cómo superarme a mí mismo". El se decía: "Hoy, yo soy mejor que ayer, mañana todavía seré superior". Un verdadero Samurai consagra todo su tiempo al perfeccionamiento de sí mismo. Es por ello que el entrenamiento es un proceso sin fin.












1 comentario:

  1. ESPECTACULAR...

    muy buenas las ilustraciones...

    iré entrando en tu blog, interesante espacio

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